domingo, 13 de junio de 2010




Nuestro conmovedor intercambio con la Escuela de Varkiza (Atenas)

Estos días hemos estado visitando una escuela griega de primaria situada en Atenas, en concreto enVarkiza. Me ha resultado una experiencia excepcional. Durante meses han preparado las leyendas, músicas, juegos y danzas tradicionales no sólo de su país sino también las manifestaciones culturales análogas de España y Palestina. Nos tenían preparada una gran fiesta en la que participó todo el colegio, alumnado, profesorado, padres e incluso abuelos. Hasta aquí no es más que una exposición de hechos y me cuesta transmitir el entusiasmo con el que se ha hecho todo esto y la lucha de estas maestras por sacar adelante un proyecto que se quedó sin financiación debido a la crisis.

Poco a poco nos íbamos enterando de que los padres habían estado preparando y vendiendo comida para financiar los gastos, que un hotel del municipio nos alojaba gratis, que un padre propietario de un restaurante invitaba un día a comer, y así una larga lista de colaboraciones que no llegamos a concretar porque su humildad no les dejaba dar cuenta del esfuerzo de todos. Todo esto ocurría en un país que estaba en crisis y que aparece en las primeras planas de todos los periódicos occidentales debido a su precaria situación. Mientras estaba sentada en esa escuela griega desde la que se ve el mar y veía como una escuela palestina aparecía en la pantalla y como sonaba su música y se leían sus cuentos en griego pensaba en lo que pueden hacer los pobres pese a las oportunidades que esta guerra económica nos está quitando. Palestina había tenido muchos problemas de comunicación y sus cuentos no llegaban y los nuestros (griegos y españoles) eran recibidos con dos meses de retraso por correo postal (ya que el teléfono e Internet son dos lujos que sólo tienen de manera intermitente)

A pesar de todas estas dificultades la escuela de Varkiza nos ha animado a continuar con el proyecto y hemos conseguido que los alumnos de tres países mediterráneos intercambien y entiendan sus respectivas manifestaciones culturales populares. Oír cantar en bable a los alumnos griegos “El Molondrón” o en castellano “Tres hojitas madre” y recitar el cuento de “El Gallito de Villarejito” nos produjo una emoción indescriptible pero sobre todo nos hizo pensar que otro mundo es posible y que las discrepancias surgen más entre los poderosos que rigen las finanzas que entre los pueblos sean cuales sean sus raíces culturales (por otro lado tan comunes como estamos comprobando con este trabajo)

He vivido pocas experiencias didácticas y personales tan conmovedoras. La Escuela de Varkiza nos homenajeó como ya no es costumbre en Occidente. Esa hospitalidad y esa generosidad ya no son habituales. A mí me ha hecho recordar quienes fuimos una vez y los valores que hemos perdido en el camino del desarrollo. Sin renunciar a los logros deberíamos recibir la lección de esta escuela y enseñar esa generosidad y esa esperanza con las que nos obsequiaron. Gracias por devolvernos la esperanza.


Gloria García Molina
Jefe de estudios adjunta del IES Gustavo Adolfo Bécquer